Durante toda su vida, Jaime, se había enamorado de unas quinientas mujeres, pero jamás tuvo el valor de decirle lo que sentía a ninguna de ellas. Por eso, a sus treinta y tantos años, buscó en la reflexión y relajación el método en que pudiese deshacerse de esa sensación que siempre le acompañaba. Pensó y pensó y por fin...
- ¡Claro, cómo no se me había ocurrido antes! Siempre me han dicho que esa sensación que tengo cuando veo a una chica es debida a las mariposas que revolotean en mi estómago.
Corriendo, fue al salón y buscó en su biblioteca el libro de "Lepidópteras y los sabios consejos del Doctor Polilla". Según el experto en Mariposas del Estómago, habían unas diez clases y todas ellas se alimentaban del mismo sentimiento, el amor, y que tenerlas es algo normal en el ser humano, y que incluso, cuando estás enamorado de verdad, esa sensación te dura toda la vida y te hace sentir feliz, pero, Jaime se sentía totalmente desdichado y jamás llegó acomprender aquello. Continuó leyendo el libro y encontró un capítulo en el que se explicaba como eliminar a las mariposas del estómago en cinco pasos.
Jaime leyó.
- Primer paso: Convéncete de que nadie te quiere y que eres espantoso o espantosa a la vista.
- Segundo paso: Volverte un/a capullo/a con el sexo opuesto.
- Tercer paso: No seas feliz y mucho menos sonrías.
- Cuarto paso: Sé aburrido todo el tiempo y responde irrasciblemente a todo lo que te pregunten.
- Quinto paso: Olvídate eso de ducharte.
Al terminar de leerlo, decidió que a partir del siguiente día seguiría los cinco pasos a raja tabla.
Al cabo del tiempo, Jaime había cambiado totalmente, no se le reconocía. Pero, a pesar del cambio drástico que había sufrido, aquella persona, enamorada de Jaime, que siempre le quiso, decidió que ya era hora de decirle lo que sentía por él.
- Te quiero, siempre me has gustado pero nunca te lo había dicho por miedo.
- Lo siento, si me lo hubieses contado antes, te hubiese dicho que yo también te quería, pero ahora, ya no quiero a nadie.
